Cualquier amanecer en esta playa ha sido diferente en los dos meses que me he encontrado viviendo cerca de aquí. La brisa hoy es cálida, el aire trae consigo el olor del mar y las olas lucen cristalinas como atrayendo al sol para llenarnos con su esplendor.
Siempre me quedo admirando su belleza pero hoy he decidido seguir la orilla del mar hacia el faro, mis pies se mezclan en la arena mientras el mar la moja, mis huellas se borran con cada ola que llega, el sol comienza a verse en el horizonte y su calor recorre mi piel.
Al llegar a los últimos trazos de arena antes de que empiecen las rocas frente a mi aparecen otras huellas en la arena que no han desaparecido, mis pies llegan a su encuentro, podría decirse que son idénticas a las mías, solo que a mi me borra cada ola que llega a la orilla; por mas que trato divisar alguien cercano que las haya dejado, no observo a nadie.
Entro en el camino de rocas que lleva al faro que se encuentra en una columna de estas, ahora esta apagado como si estuviese durmiendo, esperando la noche para encender su candor y llamar a esos viejos amantes navegantes que decidieron ir en busca de aventuras dejando un amor a su espera.
Al llegar a él, lo rodeo para quedar a su costado donde las olas rompen su ciclo en las rocas; al observar hacia un lado un destello gana mi atención y veo caer objetos metálicos y una tela blanca pero no se puede observar quién lo ha hecho, corro al otro extremo pero al llegar no encuentra a alguien, al ver el agua el rastro de los objetos a desaparecido.
Ha sido una mañana extraña y lo mejor será retirarme de este lugar, quiero regresar a lado de él que cada día me espera para desayunar juntos. Durante mi regreso veo que siguen las mismas huellas en la arena de forma intacta y solo pienso en dejarlas atrás; de pronto lo veo acercándose, es extraño verlo aquí porque nunca viene a buscarme ni se trata de un día especial.
Trae en sus manos un racimo de flores, me detengo a su llegada; su mirada es diferente ha perdido su fulgor pero los destellos de su cabello por el sol siguen siendo un suspiro de amor; desearía que al verme me regalará esa sonrisa tan típica de él que consume mi corazón, sin embargo, pasa a mi lado como sino pudiera verme, dirigiéndose al faro.
Me quedo congelada, al reaccionar lo sigo lo más rápido que mi mente me lo permite; su andar es presuroso, pronuncio su nombre pero sigue sin voltear, es como si mi voz estuviera apagada por los sonidos de la naturaleza.
Se acerca a un extremo del faro, en donde antes he visto que arrojaban los objetos al mar, se hinca frente a un montículo de piedras y deja el racimo junto a ellas, veo caer lágrimas en su rostro sin hablar, le regala un beso desde su mano a las rocas; me acerco a su lado, tomo su hombro pero no reacciona, me hinco a su lado y veo una placa que no observe momentos antes, mi nombre está grabada en ella así como dos fechas, mi nacimiento y mi ...
¡Esas huellas son mías!... De pronto recuerdo recorrer esa misma playa en un vestido blanco, las lágrimas no dejaban de brotar por mis ojos, era al atardecer y me dirigí ha este lugar, no pensaba en nada ni nadie más, solo sabía que el corazón me dolía; el dolor me cegó y simplemente a la orilla, sintiendo las gotas del mar agitado en mi cara me dejé caer, escuchando su voz al pronunciar por última vez mi nombre.
>> Engel Dunkel <<
No hay comentarios:
Publicar un comentario