Érase una vez, en un príncipe que vivía en una cabaña alejada de la ciudad, a su alrededor había campos y un pequeño bosque detrás de ella. En el bosque existían diversas criaturas con las que el príncipe convivía desde pequeño, muchas de ellas también lo querían y otras tantas lo habían lastimado.
A lo largo de su vida, el príncipe se había enamorado de princesas, hadas y algún que otro hermoso elfo, que al final lo habían lastimado, pero para ello tenía a su amiga la luna, cada noche por su ventana la observaba y le platicaba su día, le decía cómo se sentía y que era lo que anhelaba; aunque la luna nunca le respondía sabía que ella lo escuchaba e imaginaba que le regalaba una sonrisa para consolar su dolor.
Así pasaba cada uno de sus días, durante el día pasaba horas jugando con las criaturas del bosque que le hacían compañía y por las noches platicaba con su amiga la luna, de cada aventura nueva que tenía, de sus profundos sueños y sus más extraños temores.
Una noche de invierno comenzó a nevar, jamás había visto la nieve caer tan de cerca, en ocasiones solo se veían las montañas nevadas a lo lejos, así que en plena oscuridad, y solo, a la luz de la luna, salió a observar caer la nieve y jugar con ella. A su alrededor todos dormían y aunque estaba solo divirtiéndose, sabía que su amiga la luna lo acompañaba en cada uno de sus pasos, como siempre con una sonrisa de complicidad.
Una noche de invierno comenzó a nevar, jamás había visto la nieve caer tan de cerca, en ocasiones solo se veían las montañas nevadas a lo lejos, así que en plena oscuridad, y solo, a la luz de la luna, salió a observar caer la nieve y jugar con ella. A su alrededor todos dormían y aunque estaba solo divirtiéndose, sabía que su amiga la luna lo acompañaba en cada uno de sus pasos, como siempre con una sonrisa de complicidad.
Después de tres días de continuas nevadas nocturnas, el príncipe decidió quedarse a dormir esa cuarta noche, ya que el frío había incrementado y se sentía muy cansado, esa noche durmió tranquilamente en su cama y ni el ruido más fuerte lo despertó.
Por la mañana cuando se levanto, la nieve no permitía abrir su puerta, pues había sido tal incremento que la había atorado, así que decidió salir por una ventana, y explorar un poco en el bosque que de su verdor esplendor se había vuelto una imagen blanca que cubría cada parte de este. Su caminata lo llevo al centro del bosque, donde se veía un montículo de nieve con la figura de una persona acostada, se acerco a esta y al inclinarse para verla mejor se dio cuenta que era una mujer de hielo, estaba cubierta por completo de nieve y dormía tranquilamente; su asombro del príncipe fue tal que decidió sentarse a su lado para contemplar su dormitar de la mujer helada.
Después de un rato, tuvo la curiosidad de tocar la mejilla de la mujer para sentir su piel, sin embargo, cuando acerco su mano, ella abrió los ojos y lo miró directamente a los suyos, su sorpresa fue tan grande que se levanto y salio corriendo a su casa después de aquella aventura. Durante el día tuvo miedo de salir de su hogar y encontrarse con esa criatura tan rara.
Al día siguiente, el príncipe con valentía, decidió ir en busca de la criatura, y comprobar que no había sido solo un sueño, pero a pesar de sus esfuerzos no la pudo encontrar; los días comenzaron a pasar, la nieve no cesaba y la criatura no había vuelto a aparecer en su camino, presentía que solo había sido un sueño y nada más.
Al final del invierno, mientras caminaba por el sendero del bosque, vio a la criatura de hielo, sentada junto a un pequeño cervatillo, contemplando el bosque y viendo a la criatura comer tranquilamente. El príncipe no soporto la curiosidad y se acerco poco a poco a ella para no asustarla; ella sintió sus pasos y volteo su mirada hacia él, volviéndolo a observarlo directamente a los ojos, pero esta vez el príncipe no salió corriendo, sino que se acerco más a ella, aunque la criatura le daba miedo, logro acercarse y sentarse a un lado para contemplar el bosque de la misma forma.
La noche los alcanzo, el cervatillo que se había recostado junto a la extraña criatura, se levantó para ir a casa a dormir, mientras que la luna se empezaba asomar entre las ramas de los árboles. Así que el príncipe al ver que la criatura no se movía decidió irse a su casa, porque se encontraba cansado y con frío después de estar mucho tiempo en el bosque, la criatura no se movió, solo lo vio alejarse poco a poco y se recostó en el suelo para dormir un poco.
Al siguiente día, el príncipe se encontraba tan enfermo que no podía salir, así que decidió quedarse en cama para recuperarse y volver a buscar a la extraña criatura al siguiente día para tratar de hablar con ella, no concebía la forma de su atracción pero tampoco que ella no hablase de algún tema.
El invierno había llegado a su fin y la nieve ya no se veía tan común, ese último día el calor afloraba aún más y poco a poco el bosque iba reverdeciendo a su alrededor. El príncipe se sentía mejor y decidió hablar con la criatura ese día, pero por más que la busco y la llamó, ella nunca apareció, decepcionado, regreso al atardecer a su casa para comer algo, la noche llego junto con su amiga la luna, con el rostro iluminado de curiosidad y su sonrisa que nunca le hacía falta.
En la madrugada, unos pequeños golpes en la puerta, lo despertaron, se levantó y decidió abrir la puerta para ver quién era la criatura que lo buscaba con la noche en pleno silencio. Al abrir la puerta se dio cuenta que era la pequeña criatura fría, ahora ya era más transparente, delgada y pequeña que aquella primera vez que la encontró, lo miró y le extendió sus manos, él hizo lo mismo, y la criatura dejo caer un regalo para el príncipe; una sola cosa para que la recordará.
Después de esa noche, la criatura desapareció y no volvió a verla, incluso esperaba verla al llegar las noches más frías; pero ella nunca regreso. El príncipe siguió su vida día a día entre las criaturas fantásticas que convivía y su alegría era cada vez más evidente.
Cuando llego el invierno, el pequeño regalo que la criatura le había dejado, afloro dentro de su escondite, despertandolo en plena noche a nuestro amigo... Se asomo por la ventana y vio a su amiga la luna, en lo alto del cielo y comenzó a contarle esa historia tan fantástica que había vivido algún día, el cielo comenzó a iluminarse de estrellas fugaces a su alrededor y el solo quedo ahí contemplando cada una de las estrellas pasar y pidiendo un deseo anhelado.
Al terminar el espectáculo de luces en el cielo, el pequeño regalo que sostenía en sus manos, desapareció, ya no necesitaba aquel regalo, ahora sabía que todo sería diferente y su vida cambiaría; después de unos instantes olvido aquellos recuerdos con la extraña criatura, le dio las buenas noches a su eterna amiga y regreso a la cama para dormir....
Al siguiente día, el príncipe se encontraba tan enfermo que no podía salir, así que decidió quedarse en cama para recuperarse y volver a buscar a la extraña criatura al siguiente día para tratar de hablar con ella, no concebía la forma de su atracción pero tampoco que ella no hablase de algún tema.
El invierno había llegado a su fin y la nieve ya no se veía tan común, ese último día el calor afloraba aún más y poco a poco el bosque iba reverdeciendo a su alrededor. El príncipe se sentía mejor y decidió hablar con la criatura ese día, pero por más que la busco y la llamó, ella nunca apareció, decepcionado, regreso al atardecer a su casa para comer algo, la noche llego junto con su amiga la luna, con el rostro iluminado de curiosidad y su sonrisa que nunca le hacía falta.
En la madrugada, unos pequeños golpes en la puerta, lo despertaron, se levantó y decidió abrir la puerta para ver quién era la criatura que lo buscaba con la noche en pleno silencio. Al abrir la puerta se dio cuenta que era la pequeña criatura fría, ahora ya era más transparente, delgada y pequeña que aquella primera vez que la encontró, lo miró y le extendió sus manos, él hizo lo mismo, y la criatura dejo caer un regalo para el príncipe; una sola cosa para que la recordará.
Después de esa noche, la criatura desapareció y no volvió a verla, incluso esperaba verla al llegar las noches más frías; pero ella nunca regreso. El príncipe siguió su vida día a día entre las criaturas fantásticas que convivía y su alegría era cada vez más evidente.
Cuando llego el invierno, el pequeño regalo que la criatura le había dejado, afloro dentro de su escondite, despertandolo en plena noche a nuestro amigo... Se asomo por la ventana y vio a su amiga la luna, en lo alto del cielo y comenzó a contarle esa historia tan fantástica que había vivido algún día, el cielo comenzó a iluminarse de estrellas fugaces a su alrededor y el solo quedo ahí contemplando cada una de las estrellas pasar y pidiendo un deseo anhelado.
Al terminar el espectáculo de luces en el cielo, el pequeño regalo que sostenía en sus manos, desapareció, ya no necesitaba aquel regalo, ahora sabía que todo sería diferente y su vida cambiaría; después de unos instantes olvido aquellos recuerdos con la extraña criatura, le dio las buenas noches a su eterna amiga y regreso a la cama para dormir....
Gracias MAFS